Parece lejano aquel momento, hace un poco más de 10 años, cuando la Universidad Mayor decidió buscar umbrales de calidad más altos y traspasar las fronteras nacionales para aventurarse a aprender de los sistemas de acreditación en países con reconocida calidad en sus universidades.
Fue así como elegimos a Estados Unidos, un país con más de 100 años de tradición en acreditaciones de calidad educativa y primacía en el cuadro de las 100 mejores universidades del mundo.
Hoy reconozco que esta decisión voluntaria fue audaz. Sin embargo, créanme, no tuvo otro norte que buscar responder la pregunta que nos inquietaba a quienes, en ese entonces, dirigíamos la Universidad Mayor: ¿Qué hacen –y cómo lo hacen- las universidades norteamericanas para mantener sus altos y reconocidos niveles de calidad?
Entonces aprendimos que una de las prácticas institucionales era acreditarse bajo estrictos estándares que medían la efectividad institucional y la efectividad de los aprendizajes, y que la clave estaba en la propia capacidad de la organización y su red de pares, para desarrollar lo que ellos llaman “una cultura de assessment”, y que no es otra cosa que la capacidad para medir y evaluar lo que se hace, aprender de los resultados, planear mejoras y mantener así siempre en alto la ambición por la excelencia en todos los ámbitos de acción.
En 2010, conseguimos acreditar nuestra calidad en Estados Unidos, con la Middle States Commission on Higher Education (MSCHE) y recientemente se nos comunicó que aprobamos la reacreditación.
Han sido años de trabajo colaborativo para culminar con éxito este proceso de reacreditación. Un trabajo constante que involucra a toda la comunidad universitaria: profesores, colaboradores de las áreas administrativas, estudiantes, titulados y también empleadores.
Nuestra experiencia como primera universidad chilena en acreditar su calidad institucional en Estados Unidos, ratificada ahora con 10 años de reacreditación, nos impone la exigencia de difundir el valor de un proceso distinto al chileno, pero extremadamente valioso y virtuoso para quienes se animen a seguirlo, toda vez que de él se obtienen no solo resultados que se exhiben como medallas sino, y sobre todo, aprendizajes permanentes derivados de la colaboración que se logran de los paneles de expertos y las más de 500 universidades asociadas a la MSCHE.
Les invito a leer las siguientes páginas para entender el modelo de acreditación en Estados Unidos, el proceso particular que lleva a cabo la agencia Middle States Commission on Higher Education (MSCHE) y los aspectos en que U. Mayor fortaleció su propuesta educativa y que constituyen hoy un referente de buenas prácticas.”
Rubén Covarrubias Giordano
Ex Rector